El británico Dwain Chambers afirma en su nuevo libro ''Mi carrera contra mí'', la autobiografía que saldrá a la venta la próxima semana, que consumió "300 tipos de drogas en un sólo año", periodo en el que se sometió hasta a diez controles antidopaje.
De este modo, el velocista británico, que fue la primera de las grandes estrellas implicadas en el escándalo BALCO nada más conocerse su positivo en 2003 por consumo de esteroides THG, en aquel momento indetectable para los controles, comentó que probó gran cantidad de sustancias prohibidas para tratar de rebajar su marca, una obligación contractual con su firma comercial.
"Mi mayor motivación era el miedo a lo que podía pasar si no estaba a la altura. Tenía un contrato firmado con Adidas por el que me reduciría los ingresos si no estaba entre los tres mejores del mundo, lo que me convenció de que tenía que seguir adelante con las drogas", detalla.
Así, el velocista reconoce que empezó a tomar "sustancias prohibidas en 21 ocasiones". "No me limité solamente al THG, la EPO o el HGH, o a la testosterona que me ayudaba a dormir y reducir el colesterol, también me estuve inyectando tres tomas de insulina en la parte baja del estomago nada más salir del gimnasio", explica.
En este sentido, el británico enumera los innumerables sin sabores que debió superar al someterse a un proyecto así. "Cuando estaba limpio, mi mejor marca personal era de 9,97 segundos. Sólo un año después de soportar noches en vela, ansiedad, el dolor de los pinchazos, los análisis de sangre para asegurarme de que no sufriría un trombo y la frustración de perderme muchas carreras, mi marca personal era de 9,87 segundos", apunta.
"Necesité unos cuatro meses para completar mi ''programa'' de cómo convertirme en el hombre más rápido del mundo, empleando drogas casi todos los días, prácticamente era un ''yonqui'' andante. Además los sistemas modernos antidopaje no detectaban nada, porque mi evolución y desarrollo físico era controlado rutinariamente por los especialistas", asegura.
Chambers indica que tras pasar "diez controles", ya había "ganado el oro del campeonato de Europa", pero que sus marcas "apenas habían mejorado". Por ello, era consciente de que sus métodos no eran los más consecuentes de cara al futuro. "Enseguida me di cuenta de que no estaba cuidándome a mí mismo, porque mi cuerpo rechazaba todo lo que le metía, pero seguí tomándolo hasta el momento en el que fui descubierto", reconoce.
"El día de Navidad, me senté en el baño delante del THG y asumí que estaba tomando drogas, en doce meses, más de 300 mejunjes distintos, un año de tratamiento costaba 30.000 dólares", relata Chambers, cuyo libro publicará por capítulos el ''Daily Mail''.
Fuente:
AS
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